El primer capítulo es SOBERBIO y el resto de la temporada consigue enganchar hasta el final hilando sus subtramas a pesar de que a ratos pueden resultar cansinas por no dar ningún respiro a tanta tensión. No sé hasta que punto estará representada con fidelidad la arquitectura interna de la policía española o si se han flipado en pos de la ficción, pero lo que no se le puede negar es tratar de retratar el lado más humano, lleno de matices grises, de la mayoría de sus personajes. Sin buscar la caricatura de una de las unidades policiales más polémicas de los últimos años (15M, desahucios, 1O...), se enfoca en denunciar la inevitable corrupción de un brazo del poder que, paradógicamente, se encarga tanto de agredirnos como de protegernos. En esta cuenta siempre ACAB, pero también hay que entender que los últimos monos de la cadena de mando también son víctimas del sistema abusivo que, con inconsciencia social, han jurado defender. Mamotretos de usar y tirar.